miércoles, 23 de marzo de 2011


Gimnopedia.- Bailes y ejercicios ejecutados por jóvenes espartanos en honor de Leto y de sus hijos,
Apolo y Artemisa, alrededor de las estatuas que los representaban.


Quién puede soportar una noche de sangre sólida,
el alma destrozada
y los lobos que esperan.

Se precipita el sueño en la llanura,
se dispersa en la brisa como la fatiga en las manos.
No existen límites,
toda la muerte se diluye al alba,
las perdidas imágenes,
los imaginarios horrores.

Sube al llano del monte,
el primero que el Sol enciende
y baila para mí la Gimnopedia.
Te prefiero
poseída en la luz
que gozada por una noche carnívora.
Templa tus nervios,
salvaje e hirsuta como la piel de los escudos.
Es de opio el resuello
que embriaga tus ojos francos,
muy grandes, inundados de océano.
Ciñe al dios, apura el deseo,
ropas, curvas, muy largas,
el trazo del perfume pintando el aire;
una seda infiltrada de tu olor
se repliega en mi pecho.

Baila,
quizá en nosotros
se acreciente la paz.
Elévate,
quizá se encienda
el firmamento en nuestras sienes
y logremos sentir el corazón de las estatuas.

Sube a conmemorar las cruces de tu juventud
mientras pasan los hombres,
mientras la tierra pasa
y me queda este goce para el resto del pensamiento.

domingo, 8 de febrero de 2009

Yo soy hijo del tabernero, nieto del zapatero

De una manera general este poema va dedicada a todos los hombres y mujeres “mudos” que con su trabajo honesto, y muchas veces con grandes penalidades, han construido la sociedad que ahora nosotros estropeamos; y muy en particular va dedicado a todos los que a mí me pertenecen.

Yo ejecuto lo apócrifo y lo examinador,
y la urgencia precisa de lo efímero.

Está en el hijo la heredad precaria,
pero de eterno fluir subterráneo.
Yo persigo al Ser cauce;
yo debo propagar lo intenso de su imagen,
su discurrir acrecentado.

Yo soy el brote de una tierra oscura
que infatigablemente desentierra a sus hombres mudos.
Yo soy hijo del tabernero, nieto del zapatero,
fértil suelo de hombres interminables,
hombres río, abarrotados de desembocaduras,
hombres salinos, hombres rápidos,
hombres nítidos (absolutos) como una alma corpórea,
los hombres pájaro que llueven a la tarde distraídos
como si nunca hubiesen muerto.

Ellos se dejaron atrás la forma de vivir más incansable
¿estaremos a tiempo de su muerte?
¿estaremos a tiempo de rectificar
quietos, resueltamente quietos,
librando la amargura?
El olvido pide (suplica) lo más gótico de su frío,
el hambre.